miércoles, julio 04, 2012

La presidencia comprada

Esta es una traducción del artículo Mexique: La présidence achetée de Françoise Roy  salido el día de hoy en la página electrónica del periódico quebequense La Presse.  Disponible aquí: http://www.lapresse.ca/debats/votre-opinion/201207/03/01-4540377-mexique-la-presidence-achetee.php 


México: la Presidencia comprada
Françoise Roy.
La Presse
(Traducción: Nayeli Lima Báez)

México, ¿una democracia? Me hacen reir. ¿La democracia no es una exigencia que los países de las economías llamadas periféricas deben llenar para ser aceptados al seno de la comunidad de naciones civilizadas?


Votar es un deber ciudadano, un derecho adquirido irreversible, prueba de desarrollo moral y de tolerancia. Este es el discurso oficial que se ha sostenido con gran orgullo desde la llegada del poder del partido de derecha en 2000, después de 70 años ininterrumpidos de dominación de un solo partido, proceso que el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa calificó como: “La dictadura perfecta”.
Como quebequense viviendo en México después de largo tiempo, he concluido que el sufragio basado sobre las convicciones políticas individuales es un espejismo de los bien pensantes, un lujo que sólo pueden ofrecerse los Estados de derecho. Un país como México, que posee una de las más altas tasas de asesinatos de periodistas en el mundo y donde más del 50% de la población vive bajo  el umbral de pobreza, no se puede adornar con tal demostración de civilidad, producto de los espíritus ilustres que no conocieron ni el hambre ni la violencia. Pese a su imagen sonriente comprada a golpe de “mordidas” pagados a los medios, pese a su retórica de reconciliación nacional,  a su peinado impecable, a sus hermosas palabras alabando la democracia y la libertad, el nuevo presidente elegido el domingo, lo fue, en parte, gracias al voto “comprado”. Hermosa invención del partido que viene a retomar el poder. Hizo bien en modernizarse, en ponerse bello. No hay más necesidad que asesinar al adversario político o de enviar comandos armados a robar las urnas: las armas de fuego ensucian espantosamente (después de los 60 mil muertos oficiales de la guerra contra el crimen organizado llevada por el presidente saliente, el pueblo mexicano lo sabe demasiado…). Por otro lado, las muertes políticas generan una muy  mala prensa en los países ricos.
Subir democráticamente sobre la silla presidencial, aquí, es mucho más simple que admitir su culpa sobre fraudes de envergadura: ellos sólo deben disfrutar (de manera descarada) de la miseria del pueblo, de su ignorancia sabiamente mantenida. Es suficiente con ir a los barrios populares y ofrecer - a quien esté listo a vender su espíritu- una vil bolsa, algunos billetes de 100 pesos, a cambio de su intención del voto o de su credencial de elector. Una práctica más que habitual luego de la última campaña electoral, impecablemente eficaz, tal que las autoridades electorales, en acuerdo con el poder, han preferido no condenar.
La estrategia fue denunciada numerosas veces, a través de videos y testimonios que los apoyan. Pero el silencio es una cosa muy útil cuando se protege al poder.

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