Foto: Nayeli Lima Báez, tomada en el Río Moisie, en el territorio de la Primera Nación Innu |
Las
riquezas de este país no pertenecen sólo a los Canadienses, ellas pertenecen
también y sobre todo a las Primeras Naciones de América, mientras son extraídos
de nuestro patrimonio -a menudo sin nuestro consentimiento-, los recursos que han permitido a este país
desarrollarse mundialmente desde la Colonia.
Primero,
nosotros, las Primeras Naciones de América estamos en derecho de exigir el
reconocimiento absoluto por nuestra contribución al desarrollo de la economía
canadiense por la vía de rentas cuya legitimidad no puede ser retrasada más aún
porque se está efectuando, en nuestros territorios ancestrales, eso que llaman
la valorización del territorio.
Desde ahora nosotros, las Primeras Naciones de
América estamos en derecho de exigir compensaciones justas y objetivas por la
destrucción de los hábitats donde están situados los territorios ancestrales y
donde se ha practicado y enseñado desde tiempos inmemoriales un modo de vida
establecido por el ritmo de las estaciones. Más importante es que nosotros
tenemos más que nunca - ahora que todos sufrimos el cambio climático de nuestra
Madre Tierra-, el derecho de intervenir cuando políticas ambientales
implementadas por los gobiernos pongan en riesgo el futuro de nuestros hijos y
nietos. Como pueblo fundador de este país, tenemos el derecho de objetar todos
los excesos de poder cuando sea incoherente a nuestras aspiraciones actuales y
futuras. Nosotros tenemos el deber de exigir una participación real sobre proyectos
que afectan aspectos de nuestra cultura y su modo de vida y cuyos impactos
ponen en peligro el porvenir de nuestros hijos, pero también de los suyos.
Mientras
se dibuja otro periodo sombrío de nuestra historia
común, me parece esencial de recordar a los canadienses el sacrificio último
que está ocurriendo en este momento sobre una isla del río Outaouais [La huelga
de hambre de la jefa indígena Therese Spence]. Su futuro, el de ustedes,
depende del nuestro. Nosotros estamos aquí, médicos, abogados, profesores,
ingenieros indígenas. Y después, el silencio de los más pobres de nuestra gente
que grita en todo momento. Yo los escucho ¿ustedes no?
Nosotros,
las Primeras Naciones de América exhortamos a todos los canadienses a trabajar
en un solo y mismo objetivo, el de proteger a la Madre de todos: la Tierra.
Nosotros lo haremos pues es a la luz de
las auroras boreales que las más bellas leyendas son contadas. Idle no More
Traducción: Nayeli Lima Báez
Traducción: Nayeli Lima Báez